viernes, 16 de diciembre de 2011

Sweezy. Tª del Desarrollo Capitalista. Capitulo 8

En este capítulo, Sweezy comienza abordando el tema de la crisis económica desde la perspectiva marxista y el carácter periódico de las crisis comerciales expuesto en El Manifiesto, obra de la primera época de Marx quien de hecho mantendrá hasta concepción de periodicidad en el resto de su obra. Será de hecho un tema recurrente el de la crisis en  los volúmenes de El Capital.
Marx expone que la crisis es el resultado de la producción capitalista en contacto con los agentes de la competitividad y el crédito. A partir de estos elementos, Sweezy expone que el análisis de la crisis precisa una explicación con elementos más tangibles que los empleados por Marx, independientemente de que estos aparezcan de hecho en ciertos análisis y añade la observación de que precisamente el estudio de la crisis fue algo que el autor dejó inconcluso.
De hecho, lo que se publicó posteriormente fue una serie de estudios que amplían el análisis de Marx, especialmente centrados en los factores ya mencionados y su relación directa con la crisis:
-          Producción simple de mercancías: En lo que respecta a las mercancías y a la aparición del dinero como medio de cambio sustitutivo del trueque, queda de lado la limitación y permite la obtención del producto que se precisa, es decir, se satisface la necesidad. Esto además, permitirá la especialización en la producción así como por otro lado, acarrea la posibilidad de que el ciclo y circulación del dinero en el proceso de compra-venta sea interrumpido en alguna fase lo cual supondrá un desequilibrio que afecte al resto de la cadena. El motivo de esto es la sobreproducción (que es el primer resultado que aparece en una crisis) y la aparición de excedentes en caso de que no se produzca la compra-venta de la producción. Es por ello, que hallar el motivo por el cual un vendedor no puede acceder al proceso de compra es llegar a la raíz causal de la crisis. Se expone, por ejemplo, en el texto causas circunstanciales tales como guerras o desastres naturales que provoquen la suspensión de la circulación de capitales, pero esto se reduce a una crisis muy limitada en una sociedad de mercancías muy básica. Así mismo, circunstancialmente se menciona el atesoramiento de capital, es decir, el no gasto con el fin de la acumulación y por tanto, la limitación de la circulación, pero a duras penas puede este ser motivo de una crisis con una alta repercusión.
-          La ley de Say: En el transcurso de la historia, los economistas aplicaron teorías concebidas para la producción mercantil a la producción capitalista. Un ejemplo de esto, es la denominada “Ley de los mercados de Say” (J.Baptiste Say, discípulo de Adam Smith) en la cual se establece un principio que dicta que tras una venta, se produce una compra de igual cuantía, ergo, no cabe el factor crisis ni de sobreproducción pues bajo este esquema, el proceso de circulación no se detiene. La aplicación posterior de este teorema, supuso posteriormente que la teoría de la crisis y el estudio de la misma fuese cerrado e ignorado en base a este dogma implantado de “imposibilidad”.
Será Marx quien posteriormente lleve a cabo una crítica e incluso una ridiculización de esta ley en su versión ricardiana, exponiendo que no necesariamente se lleva  a cabo una compra tras una venta aludiendo a la existencia separada (en tiempo y espacio) de las transacciones  complementarias de compra y de venta.

-          Capitalismo y Crisis: Bajo el supuesto de la fórmula M-D-M el objetivo del proceso de transacción es obtener un valor aumentado de la segunda M por lo que es un esquema aplicable al sistema de intercambio mercantil y por tanto y por su forma per se, limita prácticamente la existencia de una crisis.
Pero con el capitalismo, D, el dinero se transforma en capital, la fórmula torna en D-M-D, el dinero, o sea el capital, es lanzado a circular a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción que llevan a cabo el proceso de producción creando mercancías que reportan en última instancia dinero/capital de nuevo. Es decir, en esta fórmula, D es un valor de cambio y no de uso. Por ello, el capitalista siempre pone D en circulación, modificando el modelo de producción del ejemplo mercantil donde se podía producir un colapso por la retirada del dinero de la circulación, mientras que aquí, la susceptibilidad de crisis es mayor ya que la constante puesta en circulación de capital lleva consecuentemente a la sobreproducción.
Así mismo, en tanto en cuanto el obrero comparte el modelo M-D-M, se encuentra lejos de la concepción del capitalista de recaudar riqueza en abstracto constantemente, porque no le reporta satisfacción. Por ello, Marx expone que la teoría económica ortodoxa se ha caído en el erro de concepción de que todo hombre busca el lucro.

En cuanto a la relación de la fórmula D-M-D con la crisis, se analiza, en primer lugar, el hecho inamovible de que el capitalista siempre buscará la mayor tasa de beneficio como objetivo inmediato. Dicho esto, la crisis y los factores de su aparición, no varían del sistema mercantil al capitalista. Surge con motivo de la interrupción de la circulación del capital o de la retención del poder de compra dando como resultado la aparición de excedentes (sobreproducción). L a diferencia que surge sin embargo con el sistema capitalista es el hecho de que, ante condiciones adversas o de desconfianza en cuanto a la viabilidad del mercado, el capitalista podrá plantearse o directamente no lanzar D a la circulación afectando directamente a la producción de materiales.
Por un lado, ante la desaparición de la incentiva de ganancia, el capitalista dejará de invertir por lo que desaparece el capital y esto dará motivo a la sobreproducción surgiendo así la crisis. Sin embargo, se expone en el texto que este supuesto de facto no se dará en la práctica pues sería un caso extremo que vendría previamente derivado de una situación de depresión profunda que no permitiese las ganancias y consecuentemente, no puede ser explicación del origen de las crisis.
El segundo supuesto que se analiza es la reducción en la tasa de ganancias. En este caso, la aparición de una crisis sí sería viable en función a la reducción elevada en las transacciones. Marx explica cómo claramente, sin que la tasa de ganancia torne negativa sino simplemente disminuya, los capitalistas reducirán sus actividades. El capitalista, siempre tenderá a volver a poner el capital en circulación, independientemente de que circunstancialmente lo guarde en forma de dinero pero la reinversión puede cambiar de línea de producción salvo en el caso de que el nivel de ganancia se reduzca en todas las líneas de producción, supuesto bajo el cual, la movilización de capitales de unas a otras, es inútil. Se puede producir entonces la inversión desfavorable pero hasta que esto no se produce, el paro en la inversión de capitales habrá supuesto la aparición de la crisis y la sobreproducción.


De todo ello, se deduce pues que la crisis no aparece necesariamente del valor negativo de la tasa de ganancia o de la desaparición de la misma sino una reducción por debajo del valor ordinario que llevará a la retención de capitales a la espera del retorno de las condiciones favorables a la inversión.
Marx además, previene del hecho de suponer que ante esta situación, el capitalista invertirá en valores de uso. Ello es erróneo pues no es concebible la falta de tendencia del capitalista a la acumulación de capital.

De los teóricos del ciclo económico que toman referencialmente expondrán pues que ante un supuesto de tipo de interés demasiado bajo que reduzca la tasa de ganancia en la transacción, los capitalistas tienden a conservar el capital en forma de dinero pero la creencia general es que ello es una situación de duración limitada pues sería un supuesto anormal en tanto en cuanto la demanda no puede estar perpetuamente reducida a dicho punto y por tanto, la situación dará la vuelta propiciando un aumento de demanda y consecuentemente de los tipos de interés. En el caso de que los tipos de interés finalmente no aumenten y se vean obligados a resignarse y a prestar capital a los empresarios en términos más aceptables.
Se muestra aquí la diferenciación entre capitalista y empresario. Los primeros reducen su préstamo de capital a los segundos ante tipos de interés inferiores y los segundos, reducen su inversión ante una tasa de ganancia inferior a la normal. Ergo, la clase capitalista reduce su actividad ante el supuesto del no-beneficio y por tanto, está en directa conexión con la crisis y las causas de la misma en tanto en cuanto se corresponde con las fluctuaciones de  la tasa de ganancia.

-          Tipos de crisis: a parte de la tasa descendiente de la ganancia como elemento desequilibrador, aparece otro supuesto que motive el origen de una crisis. Éste es,  que los capitalistas empresarios no puedan vender las mercancías en sus valores de equilibrio por lo que aparecería entonces una crisis motivada por el descenso de lucratividad lo cual está recogido en la Teoría del valor. Esto se produciría ante una gran producción de un producto que afectaría a su valor de forma descendiente. Si esto ocurre en general a todos los productos, se da entonces un descenso general de la tasa del valor provocando la desaparición de la ganancia y en consecuencia la crisis. Es la denominada “crisis de realización”.

Por tanto se diferencia la crisis entre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y la crisis de realización aunque desde el punto de vista capitalista esta diferenciación no cobra importancia pues de igual manera le afecta en su lucratividad que se ve reducida.
En cualquier caso, el origen de la crisis es el descenso de la tasa de ganancia.



 


RESUMEN CAPÍTULO VI LIBRO SWEEZY

La acumulación de capital va acompañada por una mecanización progresiva del proceso de producción: la misma cantidad de trabajo, operando con un mejor equipo, puede ser más eficiente y productiva. Esto quiere decir que la productividad del trabajo crece de continuo y que la composición orgánica del capital exhibe también un curso ascendente sostenido. De estos cursos Marx derivó su famosa ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia, dado que hay una relación inversamente proporcional entre la composición orgánica y la tasa de ganancia. Por lo tanto, este carácter descendente de la ganancia tendría que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista, llegando hasta el punto en que esta tasa asumirá valores negativos y, por lo tanto, el capitalista perderá dinero en lugar de ganarlo. Todo esto se puede resumir en la fórmula matemática g= p’ (1-0), en la cual se supone la p’ como constante.
Ahora bien, Marx enumera cinco causas contrarrestantes, que frenan y anulan la ley general de la tasa descendente de la ganancia, dejándole tan solo el carácter de una tendencia. Éstas son:
1.      Abaratamiento de los elementos del capital constante. El uso creciente de maquinaria, elevando la productividad del trabajo, disminuye el valor por unidad del capital constante.
2.      Aumento de la intensidad de explotación. La prolongación de la jornada laboral eleva directamente la tasa de plusvalía, aumentando la cantidad de trabajo excedente sin afectar la de trabajo necesario.
3.      Depresión de los salarios más debajo de su valor. Un salario más bajo reduce los costes y aumenta las ganancias.
4.      Sobrepoblación relativa. La existencia de trabajadores desocupados conduce a la instalación del capital relativamente baja y, por lo tanto, una tasa de ganancia relativamente alta.
5.      Comercio exterior. El comercio exterior abarata los elementos del capital constante, reduciendo los costes de producción.
Sin embargo, esta ley tiene algunos fallos. Como hemos visto, Marx identifica la composición orgánica del capital con la tasa de plusvalía. Una composición orgánica ascendente del capital va de la mano con la creciente productividad del trabajo. Teniendo la tasa de plusvalía constante, esto implica que una mayor productividad produce salarios mayores, de manera que ésta beneficia tanto al obrero como al capitalista; de esto se deriva que el trabajo pasado, en forma de capital constante, mantiene una relación de competencia con el trabajo viviente y frena las demandas de este último. Por lo tanto sería más adecuado reconocer que la productividad ascendente tiende a llevar consigo una tasa más alta de plusvalía, que deja de ser constante y fija.
            Si adoptamos este enfoque y suponemos que tanto la composición orgánica del capital como la tasa de plusvalía son variables, entonces debemos deducir que la tasa de ganancia bajará si el porcentaje de aumento en la tasa de plusvalía es menor que el porcentaje de disminución en la proporción del capital variable respecto al capital total. Si estos argumentos son sólidos, se sigue que no hay ninguna suposición general de que los cambios en la composición orgánica del capital serán relativamente tan superiores a los cambios en la tasa de la plusvalía que los primeros dominaran los movimientos en la tasa de ganancia: la formulación de la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia ya no es muy convincente. A pesar de todo, una cosa parece totalmente segura: el aumento en la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la plusvalía y, en esa forma, a acrecentar el volumen de la plusvalía más allá de lo que éste hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del capital.
            Por último, es necesario hacer referencia a otras fuerzas o factores que tenderán a deprimir o a elevar la tasa de la ganancia. Entre las fuerzas tendientes a deprimir esta tasa podemos mencionar los sindicatos (luchan por el aumento del salario de los trabajadores o por la mejora de sus condiciones de vida, reduciendo así la plusvalía de los capitalistas) y la acción del Estado en beneficio y protección de los trabajadores (el marco institucional existente, como la limitación legal de la jornada de trabajo, el seguro contra el desempleo y la legislación destinada a salvaguardar el derecho de contratación colectiva representan un obstáculo a la actividad de los empresarios). Por lo contrario, las organizaciones patronales (los “antagonistas” de los sindicatos), la exportación del capital (que puede representar una válvula de escape muy válida en el caso de estrechez del mercado interno), la formación de monopolios y la acción del Estado en beneficio del capital (como por ejemplo las tarifas protectoras, que, así como los monopolios, pueden elevar la tasa de ganancia general) pueden contribuir a elevar la tasa de ganancia de los capitalistas.  

RESUMEN CAPÍTULO IV LIBRO SWEEZY

La relación entre producción de mercancías y capitalismo no es tan fácil y clara como parece: el capitalismo implica la producción de mercancías, pero ésta no implica necesariamente el capitalismo. Bajo este sistema productivo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, mientras que el trabajo manual lo realizan otros. En la producción de mercancías, las relaciones entre propietarios tienen el carácter de relaciones de cambio, mientras que en el capitalismo a éstas hay que añadir las relaciones entre propietarios y no propietarios. Además, en el sistema capitalista la fuerza trabajo es considerada como una mercancía más, añadida a la provisión de factores productivos. Otra diferencia importante entre los dos sistemas económicos y productivos es que, en la producción simple de mercancías, los individuos empiezan con mercancías, las convierten en dinero y, finalmente, adquieren nuevas mercancías (M-D-M); en el sistema capitalista, en cambio, se empieza por el dinero, se adquieren nuevas mercancías y, por último, se venden estas mercancías para producir e ingresar una mayor cantidad de dinero (D-M-D’). Este incremento de dinero es lo que Marx llama plusvalía y que constituye el objetivo, la finalidad ultimo de todo capitalista. Esta plusvalía tiene origen en la nueva mercancía a disposición de los capitalistas: la fuerza de trabajo. Sin embargo, esta mercancía se procede de una “mercantilización” de los seres humanos, quienes venden su capacidad productiva a cambio de dinero; de aquí la dificultad en establecer un precio de mercado a esta mercancía tan peculiar. Según Marx, el valor de la fuerza de trabajo debe determinarse por el tiempo de trabajo necesario para la producción de una unidad; más especificadamente, para Marx el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento digno del trabajador. De esto se deduce, por lo tanto, que el valor de la fuerza de trabajo se reduce al valor de una cantidad más o menos precisas de mercancías ordinarias y corrientes.
            Según el análisis económico de Marx, la plusvalía no puede surgir del mero proceso de circulación de mercancías; asimismo, los materiales que entran en el proceso productivo tampoco pueden ser la fuente de la plusvalía. Por lo consiguiente, ésta deberá proceder de la fuerza trabajo, la nueva “mercancía” teorizada por Marx. Esto es así porque las unidades producidas por el obrero durante su jornada laboral no sólo cubren los costes salariales, sino que también exorbita esta producción, haciendo que todas las unidades adicionales sean producidas fuera del coste. En otras palabras, la jornada de trabajo puede dividirse en dos partes: el trabajo necesario y el trabajo excedente. Esta última parte es la que proporciona la plusvalía al capitalista, dado que en esta fase el trabajador está trabajando más de lo que le correspondería por convenio. Por lo tanto, lo específico del capitalismo es la forma que asume la explotación de una parte de la población por otra, a saber la producción de plusvalía.
Todo esto implica un análisis más profundo del valor de las mercancías. De hecho, podemos distinguir tres partes: el capital constante(c), el capital variable (v) y la plusvalía (p). La primera parte representa el valor de la maquinaria y los materiales usados; la segunda se refiere al valor de la fuerza de trabajo, mientras que la tercera sería el excedente de producción, que se queda en las manos del capitalista. La suma de los tres valores daría como resultado el valor total de la mercancía.
De esta ecuación (la columna vertebral del planteamiento económico marxista) se deriva el concepto de la tasa de plusvalía (la proporción de la plusvalía respecto al capital variable), que sería la forma capitalista de lo que Marx llama la tasa de explotación, o sea la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Numéricamente, la tasa de explotación es idéntica a la tasa de plusvalía y pueden ser utilizados como sinónimos; sin embargo, cabe recordar que el primer es el concepto más general aplicable a todas las sociedades de explotación, mientras que el segundo solo se aplica al capitalismo. La magnitud de esta tasa es determinada por tres factores: la duración del día de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real y la productividad del trabajo.
            El segundo concepto derivado de la ecuación marxiana es la medida de la relación del capital constante con el capital variable en el capital total usado en la producción. Marx llama a esta relación la composición orgánica del capital, que sería una medida de la amplitud en que el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso productivo.
            Sin embargo, hay un concepto que es crucial para el capitalista y su sistema productivo: la tasa de ganancia. Ésta se define como la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total de capital. Su ecuación matemática sería p/ (c+v). Los factores que determinan esta tasa son los mismos que influyen sobre la tasa de plusvalía y la composición orgánica del capital. Asimismo, como en el caso de la plusvalía, también en el de la tasa de la ganancia se supone la igualdad general entre las industrias y las empresas, aunque si la experiencia real parece confutar y rechazar esta hipótesis. En efecto, esta igualdad se basa en tendencias reales existentes en la producción capitalista, que nacen de la fuerza de la competencia. Sin embargo, en la realidad podemos observar como las empresas tienden a formar oligopolios o incluso monopolios, lo que impide afirmar que la ley del valor de Marx sea correcta en todos los ámbitos. Ahora bien, según los críticos de Marx, el hecho de que la ley del valor no sea válida en el orden económico capitalista depende, según Marx, de un factor o serie de factores que oculta la esencia del capitalismo. Suponiendo que la composición orgánica del capital fuese la misma en todas las esferas de la producción, la ley del valor controlaría directamente el cambio de mercancías sin detener la explotación de los obreros por los capitalistas y sin reemplazar su deseo de ganancia

Sweely. Capitulo 3 "Teoría del desarrollo capitalista"

CAPITULO 3: EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO

1)      explicación de la teoría del valor de Marx

-          el primer paso

Sweezy insiste sobre el hecho de que el estudio del valor no es sólo un comienzo de la ciencia económica y no el objetivo.
Por “valor” se entiende el valor de cambio de los productos, que es algo que cambia según las épocas, es decir la organización de la producción. La teoría del valor cuantitativo busca la naturaleza de las leyes ligados al valor en términos cuantitativos. 

La cuestión del valor de las mercancías: ¿Cómo medirlas?
Basándonos en la teoría de Marx, el valor representa el tiempo de trabajo, pero no cualquier tiempo (ya que un trabajador puede ser más o menos rápido). Nos interesamos al “tiempo normal” o sea según Marx “el tiempo de trabajo socialmente necesario”.
Entonces según Marx, las mercancías se intercambian en función de ese tiempo de trabajo.
            Pero hay un problema de calificación del trabajo, los trabajos no valen todos lo mismo. Existen trabajos más calificados pero ese mayor valor puede provenir de una mayor habilidad natural del trabajador o/e de su entrenamiento.
Marx piensa que el trabajo calificado puede ser reducido a trabajo simple lo que resuelve este problema. Con el trabajo simple disminuye las diferencias entre las calificaciones de trabajos.  

-          el papel de la competencia

Smith también demostró que el valor de una mercancía es fijada por el tiempo de trabajo, lo que permita establecer un equilibrio porque si no se fija el precio sobre la cantidad de trabajo necesario, todos van a producir lo mismo o sea lo más fácil, lo más rápido.
De esa manera, cuando el precio de las mercancías corresponde al tiempo de trabajo necesario a su producción, la oferta y la demande están al equilibrio, pero sólo cuando las fuerzas competidoras de oferta y demande puedan trabajar libremente.
            Pero la teoría de fijación de los precios por la oferta y la demanda puede parecer contradecir esa teoría. Si estudiamos Marx, podemos ver que no. Según él, la relación entre la oferta y la demanda explica sólo las desviaciones de los precios del mercado con respeto a los valores de mercado.
Si la oferta y la demanda sean equilibradas, no actúan en los precios del marcado y corresponden así al valor real (= el tiempo de trabajo socialmente necesario).

-          el papel de la demanda

Marx fue criticado por no tener en cuenta el papel de la demanda, y entonces el rol de los consumidores en la fijación del equilibrio en el mercado. Pero en realidad Marx trata de la demanda (“nada puede tener valor sin ser un objeto de utilidad”), él reconoce que el equilibrio es basado sobre el coste del trabajo y la demanda. Pero Marx no lo pone en primer plano la demanda porque piensa que la estructura de la clase de la sociedad determina esa demanda. La “demanda social” regula el principio de demanda, entonces esa demanda cambia según la clase social del consumidor. Así que es el ingreso que determina la demanda o sea el valor debe estudiarse según el punto de vista de la producción. Marx defiende que las necesidades que determinan la demanda son reflejos del desarrollo técnico y organizacional de la sociedad: es la “existencia social” que determina la “conciencia”.    
Los economistas ortodoxos (como Schumpeter) reconozcan casi todos esa primacía de la producción y distribución del ingreso en la demanda o sea en todo el funcionamiento del mercado.

2)      definiciones de conceptos ligados con esa teoría del valor. 

-          La ley de valor:

La ley de valor define las fuerzas que actúan en una sociedad productora de mercancías (proporciones del cambio de mercancías, cantidad producida de cada una, asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de producción). La ley explica como se asigna el esfuerzo productivo, cuanto de produce etc. La teoría de equilibrio general sirve para demostrar que en una sociedad productora de mercancías existe un orden. 

-          El principio de planeación:

El principio de planeación se sustituye a la ley de valor cuando la asignación de la actividad productora es sometida a un control conciente. O sea en una sociedad socialista, este principio tiene la misma posición que la ley de valor en una sociedad capitalista.

-          El precio de producción:

El precio según Marx en la expresión monetaria del valor.
El precio de producción representa las modificaciones de los valores.
Ciertos piensan que la teoría de los precios de producción se opone a la teoría del valor pero Sweezy piensa que al contrario se basa en ella.

-          El precio de monopolio:

Los precios de monopolios corresponden a los precios determinados por los productores y no por el precio de producción y precio del producto en general. Es una determinación arbitraria porque no hay un régimen de competencia pero situación de monopolio.
Así que la demanda tiene una significación especial. Las relaciones de valor cuantitativo son perturbadas por el monopolio pero no las de valor cualitativo. No altera las relaciones sociales básicas de producción ni que representa una porción del tiempo de fuerza de trabajo total de la sociedad.  

Sweely. Capítulo II: El problema del valor cualitativo.

-Introducción.

El primer capítulo de El Capital se titula “Las mercancías”. Mercancías es todo lo que se produce para el cambio más bien que para el uso del productor; el estudio de las mercancías es el estudio de la relación económica del cambio. Marx empieza por analizar la “producción simple de mercancías” (cada productor posee sus propios medios de producción y satisface sus múltiples necesidades por el cambio con otros productores en situación similar).
Comenzando por la producción simple de mercancías, Marx pbserva una bien sentada tradición de teoría económica. Así, Adam Smith concibe la división del trabajo subordinada a cambio, estableciendo éste como causa y origen de la primera. “Propensión a traficar, trocar y cambiar” vinculada a la naturaleza humana. De este modo se liga inseparablemente el cambio a la división del trabajo y se les muestra como las columnas unidas que sostienen la sociedad civilizada. Las implicaciones de esta posición son claras: producción de mercancías, enraizada en la naturaleza humana, como forma universal e inevitable de la vida económica. Los problemas de la economía política tienen un carácter exclusivamente cuantitativo.

Marx no niega la relación existente entre producción de mercancías y división del trabajo sin embargo, no se trata de una relación tan rígida.
Si bien la división del trabajo es una condición necesaria para la producción de mercancías, de ahí no se sigue que, la producción de mercancías sea condición necesaria de la división del trabajo.
Niega que la división del trabajo esté necesariamente ligada al cambio. La producción de mercancías no es la forma universal e inevitable de vida económica sino una forma históricamente condicionada que no puede presentarse como directa manifestación de la naturaleza humana.
Según esto, el economista no puede confinar su atención a las relaciones cuantitativas que nacen de la producción de mercancías; debe dirigir también su atención al carácter de las relaciones sociales subyacentes en forma de mercancía. (Tareas cualitativas de la economía política).

-Valor de uso.

Toda mercancía tiene un doble aspecto; el de valor de uso y el de valor de cambio. El valor de uso expresa cierta relación entre el consumidor y el objeto consumido (actualmente, "utilidad"). Marx excluía el valor de uso de la esfera de la economía política, pues ésta debe centrarse en las relaciones entre personas, y dicho valor de uso no da cuerpo, directamente, a una relación social. Esto no significa que el valor de uso no deba jugar ningún papel en la economía política, aunque no como una categoría económica en sí misma, es un prerrequisito del consumo.

-Valor de cambio.

En una sociedad en que el cambio es un método regular de realizar el propósito de la producción social, es sólo en calidad de mercancías como los productos tienen valor de cambio.
El valor de cambio aparece como una relación cuantitativa entre cosas, entre las mercancías mismas.
La relación cuantitativa entre cosas (valor de cambio) es, en realidad, sólo una forma exterior de la relación social entre los propietarios de mercancías o, en el caso de la producción simple, entre los productores mismos. Los productores individuales, trabajando aisladamente cada uno, trabajan en realidad los unos para los otros. Su trabajo tiene un carácter social que le es impreso por el acto de cambio.
Estrictamente, el concepto valor de cambio se aplica "sólo cuando las mercancías están presentes en plural", expresa una relación entre mercancías. Una mercancía individual posee la calidad social que se manifiesta cuantitativamente en el valor de cambio, pero es necesaria la relación entre las mismas.

Una mercancía es, para Marx, un valor de uso u objeto de utilidad, y un valor. Así, como valor de uso, una mercancía es un rasgo universal de la existencia humana, presente en cada una y en todas las formas de sociedad. Como valor, la mercancía es un rasgo de una forma histórica específica de sociedad que se distingue por dos características principales, división de trabajo desarrollada y producción privada.

-Trabajo y valor.

El requisito de que todas las categorías económicas deben representar relaciones sociales condujo a Marx directamente al trabajo considerado como “el valor que yace oculto detrás del valor de cambio”.
El trabajo también tiene dos aspectos, uno correspondiente al valor de uso y otro al valor de la mercancía que produce. A la mercancía como valor de uso corresponde el trabajo como trabajo útil.

La actividad productiva, si dejamos de lado su forma especial, no es más que el gasto de fuerza humana de trabajo, gasto productivo de cerebro, nervios y músculos humanos. El valor de una mercancía representa trabajo humano abstracto, el gasto de trabajo humano en general.

Así, lo que el valor de uso es al valor en el caso de la mercancía, el trabajo útil es al trabajo abstracto en el caso de la actividad productiva:

“Por una parte todo trabajo es un gasto de fuerza humana de trabajo, y en su carácter de trabajo humano abstracto, idéntico, crea y forma los valores de las mercancías. Por otra parte, todo trabajo es el gasto de fuerza humana de trabajo en una forma especial y con un fin preciso, y en éste, su carácter de trabajo útil concreto, produce valores de uso”.

-Trabajo abstracto.

La expresión trabajo abstracto es, en pocas palabras, equivalente de “trabajo en general”; es lo común a toda actividad humana productiva. Lleva a cabo la reducción de todo trabajo a un común denominador.

La sociedad capitalista se caracteriza por un grado de movilidad del trabajo mucho mayor que el que prevalecía en cualquier forma anterior de la sociedad “los individuos pasan fácilmente de una clase de trabajo a otra, debido a lo cual no es importante para ellos qué clase particular de trabajo pueda tocarles desempeñar” El trabajo se convierte en un medio de crear riqueza en general dejando de desarrollarse junto con el individuo en un destino particular.

Resumiendo, se puede decir que la reducción de todo trabajo a trabajo abstracto permite ver claramente, detrás de las formas especiales que el trabajo puede adoptar en un momento determinado, una suma de fuerzas de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y de cuya magnitud y desarrollo depende en última instancia la capacidad productora de riqueza de la sociedad.

-La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor.

La mercancía en cuestión tiene de común con todas las demás (todas ellos son valores) el hecho de absorber una parte del total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad (todas ellas son trabajo abstracto materializado). Es esta característica de la "mercancía" el punto de partida y la categoría central de la economía política de los tiempos modernos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Resumen lectura 5. Gino Longo " El mecanismo de la investigación científica"

El conocimiento siempre se inicia a partir de los hechos, a partir de la observación de los mismos, ésta es la primera etapa de la investigación.
Cualquier observación es ya en sí misma un principio de análisis, lleva consigo una selección, comparaciones, deducciones, etc.
La tarea de la investigación científica consiste en descubrir, tras la apariencia de los fenómenos, su verdadera esencia, en comprender la relación interna que existe entre ellos y conocer las leyes de su nacimiento y desarrollo.
Una vez hecho esto es necesario encajar los resultados obtenidos en un esquema coherente, en una visión[1], en el cual se puedan llenar las lagunas de la investigación con supuestos hipotéticos más o menos justificados.
La segunda etapa del trabajo científico consiste en formular una hipótesis que explique el conjunto de los hechos de forma lógica y coherente. En esta segunda etapa es fundamental la fantasía, es decir, la capacidad del pensamiento para crear mentalmente imágenes subjetivas distintas de aquellas observadas en la realidad, así como la intuición, gracias a la cual el pensamiento analiza únicamente las versiones mentales, fantásticas, más verosímiles o más racionales.
La tercera etapa del trabajo científico consiste en comprobar que las hipótesis formuladas corresponden a la realidad de los hechos.
La rigurosa comprobación de las hipótesis, bien mediante observaciones posteriores, bien mediante todo tipo de experimentos, constituye el trabajo de esta etapa.
Un fuerte espíritu crítico y autocrítico es la cualidad esencial requerida en esta etapa del trabajo científico.
La cuarta y última etapa consiste en modificar o sustituir las hipótesis anteriormente formuladas con los resultados de la comprobación realizada anteriormente.

La elaboración teórica, conceptualización de los fenómenos y formulación de relaciones hipotéticas verificables, y la observación de los hechos, análisis, se complementan mutuamente, pero no coinciden, y ninguna de ellas puede sustituir a la otra. La ciencia nunca puede reducirse a la pura teoría abstracta, ni a la pura investigación empírica.
Es importante señalar también que los hechos siempre constituyen la base de una elaboración teórica, pero el hombre, en el momento de iniciar una investigación, y mucho antes de que se haya iniciado la formulación teórica, posee un bagaje de conocimientos y observaciones empíricas, constituido de forma más o menos espontánea.
El hecho de dedicarse a una investigación concreta presupone ya un cierto interés teórico, el plantearse un problema constituye una suposición primaria y por tanto una primera formulación teórica que es la que inicia la verdadera investigación, consciente y razonada.
El trabajo de un estudioso aislado está siempre integrado en el seno de la actividad investigadora colectiva, social, humana. En efecto, el investigador individual, para su trabajo, utiliza no sólo los hechos observados, descubiertos y analizados por él mismo, sino también los hechos observados por otros. Lo mismo hace con las hipótesis formuladas por otros investigadores (…).
De todas estas características del proceso de conocimiento se derivan dos importantes consecuencias de orden práctico.
La condición esencial para poder utilizar los resultados de las investigaciones hechas por otros es que por nuestra parte hayamos ya iniciado una elaboración propia. Precisamente por esta razón las instituciones encargadas de preparar a las generaciones intelectuales futuras deberían tener como objeto enseñar a los jóvenes a pensar y dejarse de abotargar su mente con hechos y nociones.
La segunda consecuencia se deriva del hecho de que no sólo las concepciones y las ideas evolucionan históricamente, sino que también lo hacen los conceptos que las expresan. Por ello, todo investigador debe crear por sí mismo el aparato conceptual que necesita.

Así pues:
Toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto; utiliza un determinado método de investigación y potencia una determinada visión de la realidad.

Resumen lectura 3. Manuel Sacritán " ¿ qué es una concepción del mundo?

Una concepción del mundo no es un saber, no es conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan la razón de la conducta de un sujeto[1]. Una buena parte de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas “inconscientes” en el sujeto que obra o reacciona.
Frecuentemente, esos principios o creencias inspiradores de la conducta cotidiana están explícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Esa cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como un código de estimaciones de la conducta.
La parte contemplativa o teórica de la concepción del mundo está íntimamente relacionada con la parte práctica, con el código o sistema de juicios de valor, a través de cuestiones como la existencia o inexistencia de un principio ideal o espiritual que sea causa del mundo (…). Por ejemplo, naturaleza herida del hombre, sometimiento a una autoridad.
La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite averiguar cuál es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, pues el carácter de sobreestructura que tiene la concepción del mundo no consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y natural vivida.
Para aclarar el papel de la concepción del mundo respecto del conocimiento científico-positivo es necesario atender a los aspectos formales de ambas.
Las concepciones del mundo suelen presentar unas puntas muy concentradas y conscientes, en forma de credo religioso-moral o de sistema filosófico. Especialmente esta segunda forma fue muy característica hasta el siglo XIX. Sin embargo, la filosofía sistemática se vio arrebatar un campo temático tras otro por las ciencias positivas, y acabó por intentar salvar su sustantividad en un repertorio de supuestas verdades superiores a las de toda ciencia. En los casos más ambiciosos, la filosofía presenta más o menos abiertamente la pretensión de dar de sí por razonamiento el contenido de las ciencias positivas. En este caso, la concepción del mundo quiere ser un saber, conocimiento real del mundo con la misma positividad que el de la ciencia.
Esta pretensión puede considerarse definitivamente fracasada hacia mediados del siglo XIX con la disgregación del ambicioso sistema filosófico de Hegel.
La causa principal de su fracaso es la definitiva y consciente constitución del conocimiento científico positivo durante la Edad Moderna. Este es un conocimiento caracterizado por su intersubjetividad[2], y prácticamente por su capacidad se posibilitar previsiones exactas. Las tesis de la vieja filosofía sistemática, de los dogmas religiosos y de las concepciones del mundo carecen de esos rasgos. Y como esos rasgos dan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables, el conocimiento que los posee, el científico-positivo, va destronando, como conocimiento de las cosas del mundo, al pensamiento de la filosofía sistemática tradicional.
El que las concepciones del mundo carezcan de aquellos dos rasgos característicos del conocimiento positivo[3] no es cosa accidental sino necesaria. La concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación o falsación empíricas y la argumentación analítica (deductiva o inductivo-probabilitaria). Esto no quiere decir que el conocimiento positivo no abone una determinada concepción del mundo más que otra, pero abonar no es lo mismo que probar en sentido positivo.

-Concepción marxista del mundo.

La “concepción materialista y dialéctica del mundo” esta movida por la aspiración a terminar con la obnubilación de la consciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados. Es una concepción del mundo explícita. La liberación de la conciencia presupone la liberación de la práctica, de las manos.
La concepción marxista del mundo no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo. Engels supone la concepción de lo filosófico no como un sistema superior a la ciencia, sino como un nivel del pensamiento científico: el de la inspiración del propio investigador y de la reflexión sobre su marcha y sus resultados. No hay conocimiento “aparte” por encima del positivo. “No hay filosofía sino filosofar”.
Como su punto de partida y de llegada es la “ciencia real”, esta concepción del mundo no puede querer más que explicitar la motivación de la ciencia misma. Esta motivación es lo que puede llamarse “inmanentismo”, el principio de que la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos, en el mundo, y no en instancias ajenas o superiores al mundo. Principio que se encuentra en la base del conocimiento científico.
El mundo debe explicarse por sí mismo, el materialismo es lo primero en el marxismo.
El otro principio fundamental de la concepción “comunista del mundo”[4] es el de la dialéctica. Inspirado no tanto en el hacer científico-positivo cuanto en las limitaciones del mismo.
La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva. Es decir, a través de la reducción de fenómenos complejos a nociones más elementales, más homogéneas, desprovistas de connotaciones cualitativas y, a su vez, posibilitando la formación de conceptos más adecuados.
Es por ello que los “todos” concretos y complejos no aparecen en el universo del discurso de la ciencia positiva, pues bien, el campo o ámbito de relevancia del pensamiento dialéctico es precisamente el de las totalidades concretas.
La tarea de la dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis reductivo. “El análisis concreto de la situación concreta” es, según Lenin, el alma del marxismo.

Resumen lectura 1. Gino Lonqo: “Características del conocimiento científico".

La ciencia es cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo. Estos esfuerzos producen hábitos mentales –métodos o técnicas- y un dominio de los hechos descubiertos por esas técnicas. Con esta definifición, de J. Scumpeter, dada en su “Historia del análisis económico” comienza el objeto del resumen que a continuación se pretende realizar.

Esta definición formal, incluso superficial, para el autor, puede dejarnos satisfechos, pero con la condición de profundizar su concepto y de precisar lo que entendemos por conocimientos y, para ello, nos indica una serie de características de lo que entendemos por tal.

Por su parte, la finalidad del conocimiento y de la investigación cientídica, consiste en descubrir las normas o leyes de la realidad objetiva que rodea al hombre, proporcionando una descripción y una explicación de ésta.

El conocimiento constará de tres aspectos fundamentales: descripción de la realidad, el hecho de que el conocimiento científico no puede conformarse con una explicación cualquiera de la realidad y el hecho de que el conocimiento científico es únicamente una parte de la actividad humana, tan sólo uno de sus aspectos

La descripción de la realidad, su explicación de la realidad será objetiva, sin elementos externos o explicaciones que externas a esa realidad, estudiándola tal y como es y explicarla partiendo de ella misma.

El segundo de los aspectos fundamentales sería el que distingue a la ciencia de lo que no lo es, como por ejemplo: ideologías, religiones, fé, etc.

El tercer aspesto podría resumirse estableciendo que el conocimiento nunca es el fin en si mismo, el hombre desea conocer el mundo para poder modificarlo de acuerdo a sus necesidades.

El pensamiento y la acción se condicionan mutuamente. Un buen conocimiento de la realidad nos proporciona las herramientas para poder modificarla. El conocimiento de la realidad es lo que prepara al hombre para actuar y la acción es el último fin del conocimiento.

Por último, para que tenga éxito debe ser una acción colectiva, sin embargo, el pensamiento solo puede ser individual. No obstante, ambos fenómenos son sociales, no existen al margen de la sociedad humana: un hombre puede ser un hombre de ciencia o un hombre de acción pero no puede dedicarse a ambas cosas al mismo tiempo.

El hombre de ciencia, si quiere tener éxito, no debe preocuparse por las consecuencias prácticas de la investigación, no debe permitir obstaculice su investigación. Pero a su vez, nunca debe indicar a los hombres de acción lo que tienen que hacer, se limita a ser un ideólogo.